En un tiempo en el que el ordenador era una entelequia, la capacidad para el dibujo de un profesor de ciencias cobraba una importancia vital para hacer comprender a los alumnos determinadas materias. En esas condiciones, la pizarra y las tizas de colores se convertían en una poderosa herramienta docente, y la capacidad artística de determinados profesores, en una cualidad muy apreciada por el alumnado.
Editum, el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, acaba de publicar una extensa recopilación de uno de aquellos veteranos profesores, el catedrático de Biología Celular y profesor Emérito de la UMU José Meseguer Peñalver, que ha impartido clase durante más de 45 años a alumnos de Medicina y Cirugía, Enfermería, Fisioterapia, Óptica y Optometría, Biología, Ciencias Ambientales y Biotecnología.
Con el título "Ciencia y Arte en la pizarra", la publicación recoge un buen número de los dibujos con los que José Meseguer intentó enseñar algunas de estas materias a sus alumnos durante décadas.
Divulgar ilustrando
Afirma Meseguer que la mejor forma de "divulgar es ilustrar", por lo que dedicó muchas horas de su actividad "a producir imágenes que han servido específicamente para ilustrar los resultados de mi actividad como profesor e investigador".
Además de un atractivo y nostálgico catálogo de obras en las que el arte y la ciencia caminan de la mano, el libro constituye todo un tratado de la ilustración en la docencia en el que Meseguer expone su forma de realizar las ilustraciones de carácter científico con destino a las clases, con recomendaciones tan precisas, que incluyen el consejo de partir las tizas antes de su uso "para evitar que vibren emitiendo un chirrido típico", lo que da idea de la meticulosidad y su pasión por la tarea docente.
Afirma el profesor Meseguer que el libro está dirigido a toda persona que guste de la ciencia y del arte, y "que sea capaz de disfrutar de todo lo que pueda haber de bello y artístico en la representación de la observación científica, y de modo particular en la observación microscópica".
Durante décadas, José Meseguer se tomó su tiempo antes de cada clase, pensando en el mejor camino para hacer comprender a sus alumnos cada tema apoyándose en dibujos: "Dibujar en la pizarra durante cada clase, supone narrar o contar una historia en imágenes ante los ojos del alumnado durante un tiempo limitado".
Afirma el veterano profesor que, en estos momentos, la valoración que se hace de la enseñanza es muy diferente de la que se hacía en sus primeros años como docente, cuando desarrolló principalmente estos dibujos: "Entonces la transmisión de información en la universidad poseía un valor muy importante, el profesor universitario tenía un sentido de maestro, como transmisor de información, con un nivel de actividad investigadora relativamente pequeño, pero ahora hemos pasado a la situación opuesta: la investigación ha ganado mucho peso en la universidad, y la enseñanza ha pasado a ser menos valorada".
Memoria de una época
El libro pretende dejar constancia de una época en la que dibujar bien, utilizar el color, la información verbal y la escrita en la pizarra era un medio de transmisión muy importante.
"Cuando empecé mi labor docente en 1973 en la facultad de Medicina, había tenido maestros que daban las clases de esta manera, hacían estupendos dibujos, tanto desde el punto de vista anatómico como microscópico". Meseguer cita a nuestro premio Nobel Ramón y Cajal, -sobre cuyos dibujos científicos hizo su segunda tesis doctoral-, para poner de manifiesto la importancia del arte en la divulgación de la ciencia.
El profesor es consciente de lo fugaz que fueron siempre sus dibujos ("casi podríamos definirlos como arte efímero, algo absolutamente moderno"), condenados a desaparecer después de cada clase, pero a pesar de eso, afirma que nunca consideró su labor como algo intranscendente.
Aquellos grandes encerados negros de Medicina o Biología, de fondo rugoso, en los que Meseguer realizó sus primeras obras desprendían polvo "eran tizas menos comprimidas"-, pero en ellos se podía hacer unas ilustraciones impresionantes, "cuando terminábamos de hacer aquellos dibujos que nos habían llevado una hora, quedaba una imagen espectacular", pero cuando entraba el siguiente profesor era necesario borrarla. "Recuerdo que a veces, los bedeles me pedían permiso para borrar aquello, porque les daba lástima eliminar algo tan llamativo, pero aquello no tenía afán de perdurabilidad, sólo tenía el valor efímero de adquirir un conocimiento".
Algunas de las láminas que se incluyen en el libro corresponden a dibujos que copiaron de la pizarra sus antiguos alumnos. Como recibir la información oral y copiar los dibujos de manera simultánea era muy difícil, era corriente que los alumnos se distribuyeran la labor, de manera que "mientras varios alumnos se dedicaban a mis palabras, había otros que se dedicaban exclusivamente, durante toda la hora, a realizar los dibujos".
Afirma Meseguer que el libro ha sido una respuesta a la demanda de profesores, vicerrectores y a la decana de su facultad, que le pidieron que hiciera esta recopilación "para que no quedara en el olvido esta parte de la actividad docente, y dejar constancia de una época, de una forma de enseñar que se ha ido diluyendo con el tiempo".
Y aquí queda este "Ciencia y arte en la pizarra", editado por la Universidad de Murcia, donde se reúnen 113 dibujos, láminas y gráficos que reflejan la enseñanza de un tiempo que se nos fue. Una época en la que la ausencia de tecnología, dejaba hueco para el trabajo más artesano en la enseñanza.
El libro será presentado el martes 16, a las 13'30, en la sala Hermenegildo Lumeras del Campus de Espinardo, y en la presentación intervendrán, además del propio autor: José Luján Alcaraz, rector de la UMU; Alfonsa García Ayala, decana de la Facultad de Biología; Rosana López Carreño, Coordinadora del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, y José Ángel López Jiménez, profesor del departamento de Fisiología.