El concejal de Medio Ambiente, Huerta y Urbanismo, Antonio Navarro, ha visitado esta mañana los restos del Antiguo Molino de la Pólvora, construido en las primeras décadas del siglo XVIII, aprovechando el impulso de la Acequia de la Aljufía, junto al paraje denominado de los Canalaos de Rincón de Beniscornia.
El Ayuntamiento trabaja actualmente en la recuperación de esta infraestructura, cuyo proyecto, redactado por el equipo de arquitectos Antonio Abellán, Juan Antonio Santa Cruz, Javier Esquiva y Carmen Santa Cruz, junto a los arqueólogos Luis García Blánquez y Consuelo Martínez, ha sido consensuado con la Junta de Hacendados y ha contado con la implicación y colaboración de la Junta Municipal de Rincón de Beniscornia.
Además, al tratarse de un terreno privado, se ha contado con la colaboración de los propietarios que han autorizado la realización de excavaciones y han ofrecido la parcela para su adecuación e integración funcional en la actuación arquitectónica y urbanística.
El proyecto integral que se está desarrollando consiste en la recuperación y puesta en valor de los restos del propio molino, la restauración de los paños de piedra del entorno de la acequia de la Aljufía y la recuperación de sus quijeros.
Igualmente, se está llevando a cabo la excavación e integración de los restos del conjunto del antiguo molino y la creación y recuperación de un entorno natural que sirva de zona de estancia y mirador para contemplar y dar a conocer el conjunto.
Así, el proyecto prevé la construcción de un mirador-escenario que permitirá la contemplación de la acequia, a la vez que podrá ser utilizado como zona de estancia.
Además se han inventariado las especies botánicas existentes para realizar una recuperación naturalizada del recinto delimitado por un canal de bypass que formaba parte del funcionamiento del antiguo molino acotando así la zona de intervención y recuperación.
Actualmente se conservan tres canales de impulsión, el aliviadero y un canal auxiliar (conocido como brazal del Pavón), además del pantano o regolfo. Los tres canales principales están separados por tajamares de sillería con sus respectivos portillos con brencas de arenisca.
De esta forma, antes de iniciar la ejecución del proyecto de rehabilitación se ha llevado a cabo una actuación con el fin de verificar la conservación de restos de carácter industrial en el subsuelo. El sondeo practicado en la zona inmediata a la rueda vertical, donde teóricamente debía ubicarse la denominada sala de pica, ha descubierto nuevos canales que permanecían ocultos, muros de ladrillo macizo que delimitan un gran espacio de trabajo y pavimentos de ladrillo asociados a dicho ámbito.
Dentro del área de trabajo documentada, se aprecia un gran zócalo longitudinal parcialmente destruido, junto al que se localizan diversas piezas de madera carbonizadas, entre las que se distingue un doble madero y diversas piezas cilíndricas de corte biselado, que se identifican con la maquinaria y con posibles utensilios empleados en la manipulación de la pasta húmeda de pólvora.
Por otra parte, se constata que los muros se extienden a ambos lados del sondeo, por lo que es previsible que se conserve la planta completa del edificio que, en principio y con las debidas reservas, se pueden identificar con una de las dependencias del molino donde se fabricaba la pólvora, sin descartar que este mismo espacio fuera reutilizado en parte por el batán posterior.
Así, estas excavaciones arqueológicas previas a la ejecución de las previsiones del proyecto, autorizadas por la Dirección General de Bienes Culturales, han confirmado las suposiciones iniciales de la existencia de un importante complejo de fabricación de pólvora, anterior a la famosa Fábrica de la Ñora.
Estos restos se van a proteger e integrar en el proyecto definitivo una vez se disponga de la propiedad del terreno.
El concejal Antonio Navarro ha destacado que es “un proyecto interesante en sí y sirve como modelo de cómo acometer la recuperación del patrimonio ambiental y cultural de la Huerta integrándolo en un recorrido para su visita, explicación y disfrute”.
Hay que recordar que la Concejalía de Urbanismo ha puesto en marcha un ambicioso plan de recuperación de patrimonio de los molinos que se encuentran en las acequias, donde se incluye el del Molino de la Pólvora que tienen unas características que lo hacen singular, tanto por su destino y uso como por su interesante entorno paisajístico.
Historia del Molino de la Pólvora
Se puede considerar que en Murcia se comienza a fabricar pólvora, oficialmente, a mediados del siglo XVII (1637/1654) cuando, por Orden Real de Felipe IV, se crea la Real Fábrica de Salitre en la calle Acisclo Díaz (antigua calle de la Acequia Aljufía).
Previo a este comienzo oficial se tiene noticia en 1633 de la concesión de la construcción de un molino de pólvora a Francisco Berastegui y Lisón, esposo de Giomar Carrillo, dueña del mayorazgo de Javalí Viejo; molino que se conocerá como “Molino Alto”, en contraposición al que nos ocupa, que se edificará, posteriormente, aguas abajo del molino harinero de la Ñora (de Puxmarín o Los Casianos), en la misma acequia de Aljufía, en el pago de Guadalupe, actualmente, Rincón de Beniscornia.
Aunque para determinar la fecha de construcción del antiguo molino de la pólvora de Beniscornia se ha de esperar a la conclusión de la investigación en los archivos históricos de Murcia, esto pudo suceder en las primeras décadas del siglo XVIII, cuando el Administrador General de las Reales Fábricas de Pólvora de Murcia, don Francisco Zoco, recibe de S.M. el mandato de aumentar la producción de pólvora en 4.000 quintales más cada año, a los 11.000 que ya tenía asignado el Proveedor General del Reino.
Tras la solicitud de licencia al Concejo y diversos reconocimientos de la parte de la acequia donde estaba prevista su construcción, las obras dieron comienzo de inmediato. Aunque surgieron algunos inconvenientes, al principio, como el depósito de un banco de formado por el marco de hormigón del molino sobre la acequia, las obras hubieron de concluir en breve plazo de tiempo.
Unos años después, en 1727, el molino ya se encontraba a pleno rendimiento, produciendo las 24 horas del día, bajo la tutela de un molinero, Francisco Jilbente, un oficial, Alonso Gómez, y un morterero, Francisco Simiente, todos ellos vecinos de La Ñora.
El 27 de julio de 1742 se produjo una gran deflagración en uno de los molinos de pólvora, sin que se sepa a ciencia cierta cuál fue el afectado: el Molino Alto de Javalí Viejo, o el de Los Canalaos de Beniscornia.
No obstante, parece que el molino de Beniscornia siguió produciendo pólvora hasta inicios del siglo XIX, cuando el arma de Artillería se hace cargo definitivamente de su fabricación (1802) en la actual Fábrica de la Ñora.
Después, las instalaciones se transformaron en batán de picar esparto y borra (1802- 1870), quedando en desuso hasta su última rehabilitación como molino harinero en las primeras décadas del siglo XX, cuando ya se abandona definitivamente.