Álvaro Carmona, especialista en Podología Preventiva y profesor del Grado en Podología de la UCAM, explica que su uso cotidiano en el deporte o para caminar puede traer consecuencias negativas en el desarrollo del pie, las rodillas y la espalda. Sin embargo, evitan infecciones en espacios comunes.
En esta época del año es frecuente llevar chanclas, para ir a la piscina o la playa, y su uso en vestuarios y duchas públicas ayuda a prevenir el contagio de papilomas y hongos. Pero fuera de este entorno se desaconsejan, porque el pie permanece suelto, lo que repercute negativamente en varias articulaciones del cuerpo.
Álvaro Carmona, profesor del Grado en Podología de la UCAM y especialista en Podología Preventiva, explica que no es bueno llevar charlas como calzado habitual, "sobre todo porque el pie acaba haciendo movimientos que no son naturales, lo que desemboca en dolores musculares que tardan tiempo en curarse". Así, "si vamos a realizar deporte o caminar durante mucho tiempo, debemos usar un calzado cerrado, que amortigüe nuestro movimiento.
"No estamos acostumbrados a ir con el pie tan suelto, por lo que el pie tiende a aplanarse y eso tiene repercusiones en muchas articulaciones del cuerpo, como son las rodillas y la espalda".
Álvaro Carmona además recuerda que con los más pequeños hay que tener especial cuidado, ya que su pie está en periodo de crecimiento. "Lo recomendables es que los niños lleven chanclas cubiertas, parecidas al calzado cerrado".
Consejos para cuidar nuestros pies en verano
Lo podólogos recomiendan el uso chanclas en duchas públicas para prevenir las verrugas plantares y mantener los pies secos. Además, inciden en la hidratación, el correcto corte de las uñas y aconsejan acudir una vez al año al podólogo para prevenir futuras lesiones, ya que a través de los pies se pueden detectar afecciones mayores.