La Casa del Belén de Puente Tocinos estrenará, el próximo viernes, la exposición ‘¡Ya vienen los Reyes!' que recoge distintas maneras de manifestar las figuras de los Reyes Magos en el belén, personajes integrantes de la escena de la Epifanía.
La muestra, que se podrá visitar hasta el 13 de enero recogerá una gran variedad de Reyes Magos, figuras del belén expresadas desde distintas culturas, tradiciones, materiales, sensaciones y sensibilidades.
De esta forma se podrán encontrar creaciones de los artesanos de Murcia y de otras zonas de España, y de países tan distintos como México, Guatemala, Perú, Rusia, Portugal, Italia, Estados Unidos de América, Alemania, Polonia, Burkina Faso, Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Egipto, Filipinas, Francia, Indonesia, Nigeria, Países Bajos, República Checa, Palestina, Venezuela, Vietnam, Camerún, Sudáfrica, Zaire y Zimbawe,
Sobre los Reyes Magos
Son multitud las leyendas y los misterios que se ciernen sobre la figura de los Reyes Magos. La primera imagen que les representa figura en un fresco del siglo II-III, en las catacumbas de Priscila, en Roma (Italia).
Según el Nuevo Testamento de la Biblia eran sabios de oriente que siguieron la estela de la estrella de Belén que les indicaría el lugar de nacimiento del niño Jesús, Hijo de Dios y le ofrecerán oro, incienso y mirra.
Los evangelios apócrifos no hablan de reyes sino de sabios y posteriores leyendas les han concedido el rango de reyes, su número y sus nombres.
Por lo general viajan a caballo y visten como monarcas occidentales con pieles, ricas capas, coronas y cetros. Son reyes en el sentido antiguo de señores de territorios y personas y magos como conocedores de la astrología, del movimiento de los planetas y del calendario, muy al uso en las culturas del antiguo Medio Oriente. La figura propiamente de reyes aparecerá con posterioridad, en el medievo.
La representación de los Reyes Magos ha cambiado a lo largo del tiempo, unida a los cambios de la Iglesia: desde el sabio persa intelectual y astrólogo a una aristocracia militar.
En el arte primitivo cristiano se les representa con una sencilla vestimenta, en tanto que a los Reyes Magos del medievo se les representa elegantemente vestidos, cabalgan a caballo como señores de tierras y vasallos y con profusión de adornos; incluso, tras las cruzadas, aparecen imágenes en las que se acompañan de animales exóticos como camellos, elefantes, monos, etc..
Respecto a sus nombres no aparecerán hasta el siglo VI, figurando en la parte superior de un mosaico bizantino del año 520 aproximadamente, en San Apollinare Nuovo (Rávena. Italia).
En el siglo XV, el arte pictórico del Renacimiento le concedió una gran importancia a dos motivos religiosos, símbolos de una Iglesia triunfante: el nacimiento de Jesús y la adoración de los Reyes Magos.
En las representaciones del románico y del gótico los tres reyes eran de raza blanca pero el conocimiento por el mundo occidental de otras razas y culturas, a partir del siglo XVI, propicia que, en todas las representaciones pictóricas de la Adoración de los Reyes Magos, aparezca Baltasar, de raza negra, ante las nuevas necesidades ecuménicas de la Iglesia católica.
El número de Reyes Magos en un principio fue indeterminado para ir cambiando con el devenir de los tiempos.
Las representaciones de la adoración de los magos halladas en templos del siglo III mostraban solo a dos personajes; en las catacumbas romanas, hasta el siglo IV, aparecían dos o cuatro magos; seis en algunas pinturas de la época; en la iglesia siria y armenia se apuntó a doce; para la iglesia copta fueron sesenta; en el siglo IV ya comenzó a hablarse de tres; en el siglo VII, el historiador y teólogo inglés Beda el Venerable asocia el número de reyes a las tres grandes razas del mundo; también se relacionó su número con los presentes de los que se habla en los Evangelios sinópticos o canónicos; e incluso la religiosidad popular identificó a los Reyes Magos como representantes de la Trinidad.
Es a partir del siglo XII cuando se consolidó el número de tres reyes y Melchor pasó a representar a los herederos de Jafet, los europeos; Gaspar, a los semitas de Asia; y Baltasar, a los hijos de Cam, los africanos; hijos de Noé y que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del
mundo, las tres razas humanas que lo poblaban, según la creencia del momento, y las tres edades del hombre, símbolo de que la humanidad toda debe adorar a Dios en las tres etapas de su vida, sin distinción alguna.
La adoración de los Reyes Magos o Epifanía, para el cristiano, es la manifestación del Niño Dios a todos los pueblos y personas del mundo, sea cual sea su origen, etnia, religión o posición social. Jesús viene para salvar al mundo entero, su mensaje es para todos los pueblos y personas de la tierra.
La imagen de la Epifanía presenta a Jesús como persona divina, recibiendo el acatamiento de todos los poderes humanos, representados en los Reyes Magos.
Los Reyes Magos, siguiendo la estrella, llegaron al lugar donde había nacido Jesús y le ofrecieron tres presentes cargados de simbolismo y con los que le muestran a Jesús su naturaleza real, divina y humana.
El oro es un metal precioso que formaba parte de las ofrendas que se les hacía a los reyes, emperadores o dioses. Es símbolo de la realeza divina y la riqueza espiritual: Jesús es Rey de reyes. El Niño rey.
El incienso es una resina aromática que en distintas culturas del mundo antiguo era ofrecida a los dioses. Manifiesta la divinidad: Jesús es Dios. El Niño Dios.
La mirra es una sustancia aromática utilizada en la antigüedad como bálsamo, ungüento funerario y en ritos religiosos. Significa la humanidad y la muerte que a todo ser humano le ha de llegar. Jesús, como hombre que es, sufrirá, morirá y resucitará.
En las culturas antiguas eran productos de gran valor y prestigio y en el mundo místico conventual se les relaciona con virtudes concretas: el amor con el oro; la oración con el incienso; y la mirra con la penitencia y el sacrificio.
La religiosidad popular europea relacionó los presentes con la Trinidad, así el oro (metal precioso símbolo de la realeza) provendría del Padre; la mirra (ungüento funerario asociado con la muerte y la resurrección) del Hijo; y el incienso (elemento purificador) del Espíritu Santo.